Uno (o dos) en un millón

A ver si alguien me echa una mano con estos cálculos.Give it away

Alumnos a los que he dado clase en mi colegio anterior = 7 años x 8 grupos cada año (media) x 25 alumnos por clase (media)= 1400. Tal vez habría que aplicar un factor de corrección, porque a muchos alumnos les he tenido más de un año o en más de un grupo.
Distancia Madrid-Benidorm = 476 km
Población de Benidorm en verano: Entre 70.000 y 1.000.000, según consideremos residentes o veraneantes.

Dados los siguientes datos, calcular:
a) Probabilidad de que dos ex-alumnos de un determinado profesor estén en Benidorm.
b) Probabilidad de que los susodichos alumnos se alojen en el mismo edificio que la familia del susodicho profesor.
c) Probabilidad de que los repetidamente mencionados alumnos y el aún más mencionado profesor se encuentren en la puerta del edificio en el mismo instante en que el profesor llega con sus maletas.

¿Entienden mi asombro al oír una voz que gritó "¡Mr R!" en las circunstancias anteriores?

Podría contarles además que uno de ellos parecía estar muy bien acompañado, pero ya saben que lo mío no es el cotilleo... ;-)

Dedico esta entrada a Raquel, que me pedía que hablase de sus compañeros de grupo de ciencias... Espero que a partir de ahora nos cuente algo ella en su recién estrenado (y casi inmaculado) blog.

(Imagen: "Give it away", por Graham I.)

Guarnición: "Fame", bien sea la canción de Bowie o en la de Irene Cara para la película del mismo título.

Viaje con nosotros

Algo tendrían que contar las estaciones,
algo dirán las terminales de aeropuerto
(Quique González, "Y los conserjes de noche")

Algunos de mis (cuatro) lectores tienen vidas mucho más intensas que les llevan a Inglaterra, las Bermudas y no sé cuántos sitios más en menos de lo que se tarda en decir "easyJet".
Yo soy una persona de costumbres sencillas: una temporada con mis padres, quizá un viajecito sin niño o con él... y pare de contar.

Salvo este verano, en el que me ha pasado esto.

Ver mapa más grande

Me he pasado el verano entre aeropuertos, peajes, estaciones de tren. Intentando conjugar a la vez mis despedidas, mis nuevos compromisos, mis vacaciones. Aún no me he vuelto loco, pero estoy en ello.

Disfruten del verano, donde quiera que les pille.

Life on Mars

Este es un artículo destinado casi íntegramente a una sola persona. Es decir, una audiencia muy superior a la habitual...
Para los demás, algunos ya saben que sigo con interés el blog que escribe uno de mis ya ex-alumnos. A pesar de que hable de sus compañeros en clave (y no así de sus profes), lo he seguido con interés, no solo voyeurístico (que también), sino literario. Me gusta cómo escribe su autor. Eso es algo que ya escribí en su momento, pero era en un rincón oculto de otro blog, así que ahora lo digo en voz muy alta: este tío vale.
Pero ahora resulta que me ha citado en cuatro entradas consecutivas (aunque aparecidas en la red tiempo después de que empezaran a escribirse). Con todas las letras. Pidiendo mi opinión. Hablando incluso bien de mí.
Con lo que solo tenía dos opciones: escribir un comentario en cada entrada, o escribir mi propio texto al respecto. Como comprenderán... he hecho ambas cosas.

[Actualización 18/07: Cuando tenía este post a medio escribir y encarrilado, va el muy 善良な男 y se marca esto. Y encima lo fecha el 24 de junio, para que parezca que se le ocurrió antes. Si es que...]

Así que Miguel Ángel, con todas las letras, va por usted.

No es fácil ser a la vez el que eres, el que quieres ser y el que quieren que seas. No es sencillo soportar a la vez lo que tus padres desean para ti, lo que tus amigos esperan que hagas, lo que tus profesores creen que puedes lograr. En fin, que no es fácil tener 17 años.
Y sin embargo vas tú y lo haces. Con la misma elegancia con la que resuelves un problema de física, con el mismo estilo con que anotas desde 5 metros, nos cuentas a todos lo que te pasa por la cabeza o por esa otra víscera sobrevalorada.
Hay alumnos con los que he tenido mucha confianza. Gente que me encuentra por los pasillos y me cuenta un chiste, gente con la que paso horas "arreglando el mundo", gente (caviar de Riofrío), que pasa sus ratos libres discutiendo de física conmigo. Tú y yo hemos hablado poco, casi nunca fuera de clase. Y sin embargo ha habido un vínculo de confianza... ¿o fue más bien un hipervínculo?
Nos hemos leído en vez de habernos reído, hemos blogueado y no hemos charlado. He sido testigo de tus textos, he admirado tu vena literaria, he sido consciente de mi edad al no conocer casi ninguna de las canciones que seleccionabas, me he devanado los sesos para descifrar los criptogramas con los que te refieres a tus compañeros de curso. Te he visto pasar del cabreo y la desesperación a saborear las dulces uvas de la Ira.
Y sé que te irá bien. Sé que, a pesar de los palos, de las desilusiones, de los fracasos, cumplirás tus sueños. Venía en el periódico de hoy una entrevista con un famoso neurobiólogo (así alegramos a tu padre de paso), y decía lo siguiente:

Según mi filosofía, uno debiera tener sueños imposibles sólo si supone que los va a transformar en posibles. Dedicarse a sueños imposibles que uno sabe que no son realizables es perder el tiempo.
Creo que solo te falta tener claros esos sueños para poder empezarlos a cumplir. Te seguiré leyendo, y desde la distancia esperaré que escribas. Me gustará saber los pasos que vas dando, el camino al andar que vas haciendo. Y así mantendré un puente tendido con esas aulas y esos compañeros.
Ha sido un honor darte clases, aunque fuera poco tiempo. Es un placer tenerte como corresponsal. Nos seguimos debiendo tomarnos algo. Hasta pronto.

(La imagen de hoy es un fragmento, que al pincharla abre un fragmento algo mayor, del homenaje-parodia de estos muchachos. Miguel Ángel anda camuflado por ahí bajo varios brochazos de Photoshop. Hubiera querido reproducir el póster completo, pero con la cámara no hubo manera y esto es todo lo que entra en el scanner...)

Reencuentros. Despedidas

El mar. El olor a salitre mientras el coche enfila el Paseo Marítimo. La humedad que te pega la camiseta a la piel. La aterradora rampa del garaje.

Mis padres. Las cien mil preguntas sobre los nuevos tiempos. Un mapa sobre la mesa del salón. Un abrazo sin palabras. Un beso como cuando era un niño. La sensación de culpa al encontrarme la cama hecha.

Mi habitación. Los muebles cambiados de sitio una y mil veces para adaptarse a mi nueva realidad. Las novelas que nunca me llevé, algunas sin terminar, otras sin empezar. Mi colección de Astérix. El libro de poemas que me regaló aquella chica en una vida anterior. Los libros de texto con los que aprendí, con los que di clases.

Los amigos. Los de toda la vida. Los que siempre te cogen el teléfono aunque haga seis meses que no hablas con ellos. La sensación de reanudar la misma conversación. La mujer con la que todo pudo haber sido distinto. Un café, una copa, unas risas.

Mi vida. Lo que fui y de algún modo sigo siendo. Lo que ya no soy y a veces echo de menos. Lo que me alegro de haber dejado atrás. El lugar del que me fui hace tanto tiempo. El lugar al que siempre volveré.